miércoles, 9 de abril de 2008

Difunde este mensaje

Siempre que recibo correos de mis hijos, los leo con detenimiento como padre y como amigo, y en esta última ocasión, he de confesar que el mensaje que he recibido, creo que es el más impactante que nunca antes me había enviado nadie.

Para un escritor o filosofo, el sentimiento del dolor suele ser abstracto cuando los referentes que tienes son meramente sociales. Por desgracia ya estamos acostumbrados a ver MUERTE y SUFRIMIENTO durante todo el día, los medios de comunicación se encargan de mostrárnoslo, no por conciencia, sino por negocio. Cuando a las tres de la tarde empiezan todos los informativos a la vez, seguramente el espectador se “quedará” con el de mayor impacto visual o la más dramática noticia.

Estamos acostumbrados a ver a la hora de comer, como la hambruna mata en directo a niños por inanición y falta de agua potable, y mientras a la misma hora en nuestras casas comemos primero y segundo plato, postre y hasta nos sobra comida para tirar.

Estamos acostumbrados a ver como personas se inmolan en el nombre de alguna religión dejando tras de si centenares de muertos, tullidos y familias destrozadas.

Estamos acostumbrados a campañas “duras” de la Dirección General de Trafico, para crear conciencia de que conducir un vehículo es más que disfrutar de un viaje, es saber manejar un “arma”.

Quizás, hoy me vi sorprendido por el medio en donde recibí la noticia (mi correo personal), quizás también por el remitente, mi hijo, y sobre todo por el comunicado en sí.

Como ateo que soy, estoy acostumbrado a tener conciencia de la responsabilidad de mis actos, y con el paso de los años he ido comprobando la pequeña diferencia de tomar una buena o una mala decisión, y la diferencia es, que para tomar una decisión buena solo se tarda un segundo más que en tomar una mala.

Para un ateo, los acontecimientos buenos y malos de la vida son responsabilidad de uno mismo y no son los “designios del señor” o la puta voluntad divina y caprichosa de dios, así que cuando leáis esta noticia pensad que la culpa no fue de dios, la culpa fue de un “segundo”, ya que alguien tomo una mala decisión.

Esta noticia se esta transmitiendo y difundiendo mediante correos electrónicos, y es importante que esto que vais a ver se difunda y cree conciencia, ya, que sí “no podemos” hacer nada por los niños que se mueren de hambre, quizás nos ayude a tomar mejores decisiones.

Me voy a despedir aquí, para que os quedéis solo con la noticia y vuestras reflexiones. Y ahora más que nunca me acuerdo de la frase de mi migo Calypso, y con su permiso la aplicare a este post.

“Un saludo a todos los que practicáis el sentido común”

Ni dios, ni amos, ni mierdas

R. Batalla



















Ésta es ella con su padre, 1998.











Ésta es ella de vacaciones en Venezuela.







En una fiesta de cumpleaños de pequeña.












En una fiesta con sus amigos.










El coche en el que Jacqueline viajaba. Otro coche, conducido por un estudiante varón de 18 años chocó con ella cuando volvía a casa. El chico venía de tomarse unas cuantas cervezas con sus amigos. Esto ocurrió en diciembre de 1999.












Después del accidente, Jacqueline necesitó más de 40 operaciones.










A Jacqueline la sacarón del coche en llamas y su cuerpo se estuvo quemando durante 45 segundos aproximadamente.














Con su padre, 2000.















Durante las curas.













Tres meses después del accidente.















Al quedarse sin el párpado izquierdo, Jacqueline necesita gotas para no perder la visión














Ahora con 20 años, no puede perdonarse a sí mismo el haber conducido borracho aquella noche hace tres años.

Es consciente de que ha arruinado la vida de Jacqueline Saburidos.














No todos los que tienen accidentes de coche mueren. Esta foto se tomó 4 años después del accidente y los médicos todavía están tratando a Jacqueline, que presentaba quemaduras graves en el 60% del cuerpo.






Sé que muchos de estos mensajes te piden que los reenvíes, pero muchos de ellos son idioteces. Esto es real. Por favor, envía esto a todas las personas que puedas para concienciarles de las consecuencias de conducir borracho.












martes, 1 de abril de 2008

Medicina china, el chi, y otras hierbas

En el mundito del misterio, como ya comenté en mi anterior post (fenómenos para-anormales parte I) existen dos categorías de golfos y sinvergüenzas vende-estafas: Los listos y los “pobrecitos” tontos. Los listos son los que presumen de tener licenciaturas (principalmente periodismo), escribir libros, ser colaboradores de revistas del sector, pertenecer a asociaciones gilipollezcas del tipo SEIP, tener programas de televisión y/o radio, colaborar con otros programas de radio y/o televisión, y refuerzan toda esa imagen de seriedad, ampliando su currículo, con viajecitos a sitios, con mucho misterio, charlas en eventos, convenciones y ferias del mundo del miedito y del misterio.

Como uniformes de trajo, principalmente tienen dos: el de “gala” que consiste en pantalón de pinzas oscuro, con camisa cruda u oscura y chaqueta tipo americana negra o azul marino, todo esto sin corbata, y con dos tipos de cara la de “estoy muy alucinadito” o poniendo ojitos entrecerrados en plan muy misterioso (claros ejemplos serían, Luis Mariano Fernández y su socio de mentiras Iker Jiménez), y el otro traje el de “faena”, que consiste en pantalones con cremallera en las perneras para hacerlos cortos a voluntad (los típicos de la tienda el coronel tapioca) y chaleco multibolsillos (también se utiliza en el mundo de la pesca y los fotógrafos de campo) en donde colocar todo un arsenal de accesorios como un boli, una libretita pequeña, una grabadora para psicofonías y cámara de fotos.

Y qué pasa con los tontos, (ejemplo echadores de cartas, adivinos, y Pacos Porras varios …) pues que la credibilidad de estos personajes es casi nula, ya que los listos y el resto de la sociedad (en gran medida por la crítica de los listos), los relegan a un gueto para personas de un muy bajo nivel cultural.

Ahora veremos el paralelismo entre la medicina natural, y los anteriores vende-mentiras del misterio.

También podríamos clasificarlos en dos tipos: los listos y los tontos. Empecemos con los primeros, “los listos”, suelen tener estudios universitarios, aunque la mayoría no hayan terminado la carrera de nada, esto les permitirá escribir “casi” sin faltas de ortografía y explicarse con la suficiente capacidad como para adaptarse al nivel de su interlocutor, lo que podríamos denominar coloquialmente como “dar el pego” estos “médicos naturalistas”, reforzarán su currículo, con viajes al Tibet, a la India, a Japón, a China etc…y nos contaran que tienen unos master o cursos chulos de los que son MAESTROS en alguna de sus especialidades, o de varias, del tipo reiki, acupuntura, yoga, musicoterapia, feng-shui, plantitas, etc.

Con todos estos conocimientos, y ya en su país de origen (a veces también los importamos), empiezan a vender toda esa porquería de mentiras y cuentos de la medicina china. El mensaje que se encargan de enviar estos médicos naturistas al ciudadano “normal” de a pié: El que su vida se basa en cositas normales, como el trabajo, la educación de los niños, el pago de la hipoteca o alquiler de la vivienda, el médico de la seguridad social, y los seguros del coche y casa, etc.. es el siguiente: “La medicina china es súper buena, por que data de 4.000 años, es súper sana, las técnicas son mega estupendas y súper eficaces y avaladas por más de 50 siglos de prácticas”. Esto es lo que le llega al ciudadano de a pié, y si te da por visitarlos, los ambientes de sus consultorios son de lo más variado: desde el tipo clínica o consulta de medicina privada (aquí en lugar de aparataje sofisticado propio de hospitales, te encuentras con camillas para masajes y otros tratamientos, aparatos para belleza, depilación, cabinas de hidromasaje, etc), o del tipo esotérico-religioso, en ambos casos estarán expuestos unos diplomas que avalarán sus cursos en el Tíbet, o cualquier país oriental, la musiquita new age, olores a sándalo, todo muy zen y feng-shui, y por supuesto para dar más empaque a toda esta medicina y filosofía de vida le falta el enfoque místico religioso, y lo solucionan con el budismo. Ya tenemos el lote casi al completo, medicina de la buena, cursos que avalan sus conocimientos, buena puesta en escena, y religión, lo único que les falta es darte el empujoncito final para que el dinerito de tu bolsillo pase al de ellos a ser posible repetidas veces, esto lo consiguen desprestigiando a la medicina oficial y la de verdad, a los políticos y a los grandes laboratorios de productos médicos y farmacéuticos, te empezarán a comer el coco con comparativas de la medicina natural con la oficial, que sí efectos secundarios, que sí patologías, que si tal y que si cual y te lo demostrarán con unas “pruebas irrefutables” y científicas que solo ellos conocen, que sí están en tal asociación, para que no haya intrusismo por parte de los “tontos” que venden algo parecido pero no están cualificados, que sí en países más avanzados que el tuyo, ya es oficial su medicina y que pronto será oficial en el tuyo, etc . Después de esto te pueden pasar dos cosas o sales corriendo para casa, o te conviertes, como el caso de una amiga mía que esta semana me comentaba que si no puedo tener la cama mirando para Coria, y que si los espejos, y que sí los colores, y que sí me duele la garganta no es por culpa de los virus, sino culpa mía por que no soy asertivo (imaginaros yo), y me callo las cosas que debería de decir.

Todas estas ciencias chinas (acupuntura, reiki, yoga, etc) se basan en el chi. Y que pasa con el Chi (o “qi”).

El amigo Mauricio en su blog el retorno de los charlatanes los explica de la siguiente manera:

La muerte es una terrible certeza.

Gran parte de las motivaciones humanas se encuentran en el intento por perpetuarse de alguna forma. Tener hijos, escribir un libro, conquistar imperios, construir grandes monumentos, son todas actividades que al menos en parte están movidas por nuestro deseo de no morir o, al menos, de no morir del todo.

Pero algunos sueñan con la inmortalidad real, con no morirse nunca. Los faraones egipcios se momificaban esperando revivir. Los emperadores chinos desde hace al menos tres mil doscientos años pusieron a sus sabios a determinar por qué estaban vivos y cómo podían mantener para siempre esa agradable condición.

La ciencia china, aunque avanzada, no daba para tanto. Pero los emperadores disponían de prácticas sumamente desagradables reservadas para quienes les causaban molestias, de modo que los sabios acudieron a las creencias populares para darle el secreto a sus monarcas y conservar la cabeza debidamente adosada al cuello, ya que a ellos tampoco les seducía mucho la idea de la muerte.

Una creencia popular era que la vida era una especie de energía llamada "chi" (o "qi"), que igual recorría el planeta que las piedras, los ríos y los seres vivos. A partir de esta creencia, los sabios rescataron o inventaron toda una serie de postulados que nunca se preocuparon por demostrar. Algunos de ellos:

1.- El chi recorre el cuerpo humano a través de 12 meridianos, y la enfermedad se produce cuando se interrumpe el flujo del chi.

2.- El chi recorre el planeta, de modo que para tener suerte hay que disponer las casas y las cosas de acuerdo al supuesto flujo del supuesto chi.

3.- El chi se encuentra en concentraciones especiales en el aire. Si aprendemos a respirar, podremos prolongar nuestra vida e incluso evitar la muerte.

4.- El chi se encuentra en el semen, que es la razón por la que (según esta visión) el hombre da a la mujer la vida (los hijos) quitándose él parte de su existencia, y por tanto al no eyacular viviremos más.

Como es obvio, estas cuatro propuestas están detrás de prácticas muy conocidas traídas "de la China milenaria" por cuentistas profesionales.

El chi y los 12 meridianos son la base de la acupuntura.

El chi y la disposición de las cosas es la base del feng-shui.

El chi y la respiración están detrás del tai-chi y del qi-gong o chi-gong.

El chi y la eyaculación son la base del chi-kung.

Hay todo un desarrollo sobre el chi yin y el chi yang, y numerosas teorías a cual más extravagante sobre el chi, cómo conservarlo, aumentarlo, mejorarlo, domarlo, lavarlo, peinarlo, vestirlo, aleccionarlo, purificarlo, fortalecerlo y sacarlo a pasear. Algún día volveremos sobre tales teorías.

Igualmente, es claro que muchas disciplinas indostanas (o hindúes, o indias) tienen sus orígenes en estas creencias. El "prana" como fuerza que viene del aire o el yoga sexual están estrechamente relacionados con la idea del "chi". También lo dejamos para otro día.

Vamos a los hechos básicos, que son más importantes:

1.- Ninguno de los millones y millones de practicantes de las más demandantes prácticas relacionadas con el chi ha logrado evitar morirse.

2.- De hecho, pese a todas esas prácticas, la expectativa de vida en China antes de la llegada de la medicina con bases científicas era bajísima.

3 (y la más importante).- Nadie ha podido demostrar la existencia del chi.

Se han escrito numerosos volúmenes sobre el chi, se les cobran fortunas a millones de personas por enseñarles a manejar su chi o por decorarles la casa según el feng-shui, pero el "chi" sigue siendo un constructor hipotético no demostrado.

Los charlatanes disfrutan enormemente al hablar de "energía" o, sobre todo, de "energías". Lo disfrutan tanto, de hecho, que nunca explican qué rayos quieren decir.

La energía no es algo misterioso o místico, es un fenómeno que la física entiende claramente, tanto que puede convertir algunos tipos de energía en otros (el movimiento de un río en electricidad, la electricidad en calor para la cafetera, etc.). La energía tiene características muy claramente definidas, como la intensidad, la frecuencia y la amplitud.

Esto nos queda muy claro cuando usamos un radiorreceptor: las distintas estaciones emiten energía en forma de ondas electromagnéticas de distinta frecuencia, de modo que no se interfieren unas a otras. Cuando escuchamos radio en el 98.1 de FM lo que estamos escuchando son ondas emitidas a una frecuencia de 98.1 kilohertzios. En AM, tales ondas habrán sufrido una modulación en su amplitud, pero en FM habrán sido moduladas en su frecuencia. A nosotros esto nos tiene sin cuidado porque el receptor de radio se encarga de modular la señal, interpretarla y decodificarla para convertir la energía electromagnética nuevamente en sonido de modo que podamos disfrutar las fantasías de charlatanes en programas de radio hablada.

¿En qué frecuencia está el chi? ¿Cuál es su amplitud? ¿Cuál es su lugar en el espectro electromagnético? A todas estas preguntas, los expertos en vender chi (y "energías" místicas en general) responden con un atronador silencio.

Más silencio podemos disfrutar si nos explican cómo se transmite el chi por los ríos y por el cuerpo humano y por el aire, y cuál es el mecanismo fisiológico que tienen los pulmones para extraer del aire que respiramos no sólo oxígeno, sino "chi". Y cómo se conserva el "chi" en el semen, si se puede medir cuánto hay y cuál es el mecanismo por el cual se almacena en el cuerpo.

Y, sobre todo, sería excelente contar con su explicación de por qué el chi se comporta distinto de todas las demás formas de energía del universo, claro.

Si fueran honestos, lo menos que podrían decir es que creen que el chi es una fuerza mágica y, por tanto, sobrenatural. Pero no lo dicen, porque gustan de contar fábulas diciendo que todo lo que se ha dicho sobre el chi es producto de las experiencias de monjes fabulosos y sabios sobrehumanos que, sin excepción, procedieron a morirse a tiempo sin que al chi le importara en lo más mínimo.

Es decir, tienen una creencia supersticiosa sin bases reales, sustentada en una tradición oral que no se sustenta en la experiencia real. Y eso venden. Y eso compran sus víctimas.

Otro día desmontaremos, también, las patrañas sobre cada una de las disciplinas relacionadas con esta fuerza que no existe. Baste de momento tener presente que cuando nos hablan de la "energía" del "chi" están hablando de una fantasía. El "chi" no es más real que las hadas. Sin embargo, la gente paga hoy por usar el "chi" aunque, por supuesto, nos negaría su dinero si le propusiéramos que nos lo diera a cambio de bailar en el bosque con los duendes.

Y, sin embargo, creen en este duende maravilloso, hijo como tantas otras teorías de la ignorancia de otros tiempos. No se puede condenar a quienes en el pasado creyeron en estas fantasías, ya que estaban empeñados en entender y controlar su mundo.

Pero, cuando se ha demostrado más allá de toda duda que esa teoría era una falsa forma de entender la realidad, sí se puede (y se debe, cómo no) cuestionar a quienes siguen vendiendo productos ya caducados, sobre todo cuando lo hacen sabiendo que lo suyo es un timo.

Como si entramos en comparaciones de las “dos” medicinas y pruebas científicas de unas y otras les estaríamos haciendo un favor a estos chamanes, en vez de pruebas vamos a utilizar la lógica y la estadística.

Por una lado esta la medicina china que es buenísima y sanísima y con más de 4.000 años de “conocimientos”, pues veamos cual era el índice de mortalidad por enfermedades y la media de expectativa de vida en china, antes de que entrara en china la medicina “moderna” y con poquísimos años de existencia; en 1.948 el índice de mortalidad era de 40 por cada 1.000 y la expectativa de vida era de 36 años, hoy en día y practicando la medicina moderna (la de verdad) los datos son los siguientes. Indice de mortalidad es de 7 de cada 1.000, y la expectativa de vida es de 71 años. Juzguen ustedes mismos.

Ya hemos visto lo que nos venden los listos, y qué es lo que nos venden los “tontos” según los “listos”, pues mentiras, ya que estos son unos chamanes, curanderos sin estudios y desvergonzados y ellos en cambio tienen estudios, títulos y asociaciones.

Como podemos observar, los vendedores “profesionales” del misterio y los vendedores “profesionales” de las medicinas chinas, tienen mucho en común, tanto que hasta sus víctimas suelen tener el mismo denominador común, personas confiadas, ingenuas y cándidas que tropiezan con ellos y se creen sus mamarrachadas.

Ni dios, ni amo, ni mierdas

R. Batalla